CARTA ABIERTA A MI HERMANO PEDRO “CHOQUE”

Se ha recibido esta carta para que se publicara en este espacio, después de una serie de incidente internos dentro de una cofradía de Alzira.
Este escrito se publica  integro  tal y como llego a mi correo, dado que todo el mundo tiene el derecho de expresar su opinión libremente donde considere que puede ser atendido y siempre desde el respeto.

Estimado Hermano en Cristo,
Me decido a escribirte esta carta por haber constatado tu inquietud ante unos aspectos técnicos del programa informático propiedad de nuestra Hermandad de Caballeros del Santo Sepulcro. Debo decirte que lamento que dicha inquietud sólo quedara reflejada en momentos juzgados por nuestro venerado Cabildo como “a destiempo” en nuestra Junta general celebrada el sábado día 30, y no ratificada por ti en el apartado que por lo visto tocaba, es decir en “Ruegos y preguntas”, por no estar tú presente en dicho momento.
Debo ser sincero contigo, Hermano Pedro. Esta es sólo la razón que ha “echo desbordar el vaso”. Las otras han sido muchas que se han presentado en forma de Hermanos que me tienen en la suficiente estima como para, con un alarde de sinceridad, pedirme estas mismas explicaciones que pasaré a describirte más abajo. Junto con esta petición, me transmitían su mal estar hacia mí, debido “a la versión” que tenían y que se puede resumir en que saboteé el programa que tanto me costó elaborar.
Debido a todo esto y que no tengo medio de ponerme en contacto personalmente contigo, publico esta carta abierta para, así de una tacada, daros a todos las explicaciones que, con todo derecho, podríais exigirme.
No nos conocemos personalmente porque soy una persona que suele pasar bastante desapercibida allá donde va, pero yo te conozco por ser uno de nuestros ilustres Hermanos de la Cofradía, que cargando con la responsabilidad de pertenecer al cuerpo de Celadores, contribuyes a que nuestros eventos de Semana Santa sean un éxito y ejemplo para el resto de nuestros Hermanos de otras cofradías. Esta relación inexistente entre nosotros es la culpable de que ni siquiera sepa si “Choque” es tu apellido o apodo, de ahí que sólo me atreva a poner dicha palabra entrecomillada en el título de este escrito, y a pedirte disculpas por el eventual error.
Siendo así, ante todo me presentaré. Me llamo José Albelda LLorca y soy el Hermano que hizo en su momento el programa informático que debía marcar un antes y un después en la gestión burocrática de nuestra Hermandad.
Por no gozar de una personalidad muy marcada, no soy hombre de involucrarme en proyectos más o menos públicos, de ahí que mi relación con nuestra Hermandad sea meramente comercial. En efecto, yo pago mi cuota anual, y a cambio nuestra Cofradía me otorga el honor y la alegría de poder cargar cada año sobre mis pasablemente fornidos hombros el peso de nuestro amado Cristo Yaciente. Es evidente que si algún día, dejo de cumplir con mi parte económica del trato, la Hermandad me aconsejará vivamente el pasear a hombros a mi prima Rita la del pueblo, cosa que convendrás conmigo y como diría nuestro Altísimo en su gloria, parece justo y verdadero.

Aunque entrego a Cáritas cada trimestre ropa y comida, a mi parecer, en abundancia, jamás he llevado un paquete de arroz a la Cofradía. De la misma manera, soy donante de sangre y nunca he contestado a las llamadas de nuestra Hermandad a tal propósito. Esto es porque entiendo que cada uno debe obrar según su concienciay es muy complicado para mí tener que sincronizar la mía con la de otras personas…
Mi perspectiva y lejanía de los problemas del día a día de la Hermandad son tales que veo las tiranteces y problemas “políticos” existentes en ella como algo que sin atreverme a llamarlo gracioso, desde luego me divierte bastante cuando nos referimos a ellas en los almuerzos semanales que celebramos.
Puesto en situación, paso a relatarte mi versión de los hechos.
En septiembre de 2012 se puso en contacto conmigo el entonces Hermano Mayor Suplente Francis Muñoz, primo hermano mío (más hermano que primo), con la petición de realizar un programa informático destinado a realizar las tareas de gestión de la información personal y económica de nuestra querida Hermandad. Ante mi primera negativa me recomendó que no me comportase como un hijo cuyo desdichado destino le ha dado en suerte auna madre de moral demasiado dispersa, y que pensara en el trabajo ingente que deben de acarrear ciertos Hermanos nuestros para desempeñar estos trabajos, añadiendo además que, de no hacerlo, me retiraría todo el amor y cariño que siente hacia mí y del que en ningún momento he dudado.
¿Qué podía hacer yo, Hermano Pedro, ante tamaño chantaje emocional añadido a la mala conciencia de dejar a mis Hermanos sin esta contribución destinada a la esperanzadora mejora de nuestra Hermandad?
Obtenido el “Sí” por mi parte, Francis se encargó de realizar la misma petición a mi hermano Julio que, ya conoces su devoción y amor sin fin hacia nuestra Cofradía, accedió inmediatamente en cargar con la inmensa tarea de introducir la información de todos nuestros hermanos en el programa, una vez este estuviera terminado.
Con este encargo y, debo decir desgana, vamos mi hermano Julio y yo a la primera reunión de Cabildo de esa temporada, invitados por nuestro Hermano Francis Muñoz, con el fin de dar a conocer la feliz noticia del proyecto y sus protagonistas.
Ante mi temor fundado en años de experiencia profesional de que dicha reunión iba a ser un auténtico “coñazo” debido a los siempre numerosos e inevitables millones de peticiones, muchas veces intrascendentes e inútiles, que los futuros usuarios suelen emitir en dicha circunstancia, cual es mi estupor, Hermano Pedro, al ver que no sólo no se producen, sino que ni siquiera se realiza dicha presentación, debido según explicaciones posteriores del Hermano Francis, a temas más importantes que debatir en ese momento.
Te confieso de todas maneras mi “despago” al detectar el poco interés que suscitó lo que en boca del Hermano Francis debía ser una noticia largamente esperada, quizás anhelada, por la directiva de nuestra Hermandad.
De todas formas mi desgana se transformó rápidamente en una ilusión bárbara al ver tomar forma esta aplicación que, aunque costó más de lo previsto debido a la tozudez y exigencia de Julio en querer que hiciera un programa extremadamente fácil de llevar, era parte de mí, y uno no puede evitar alegrarse por un trabajo que considera bien hecho.
El caso es que unas 250 horas después, el proyecto estaba terminado. Para que te hagas una idea y salvo posible error que me podrán corregir nuestros Hermanos dedicados a la albañilería, puedo decirte que esto es equivalente en trabajo a unas cinco o seis reformas de cuarto de baño.
Entonces pasé el testigo a Julio que tras 4 o 5 meses de duro trabajo introduciendo datos, multitudinarias llamadas telefónicas a nuestros Hermanos, y miles de quebraderos de cabeza por corregir información incongruente e incorrecta trasladada desde nuestro Cabildo, la cosa estaba terminada.
Lo anunciamos a Nuestro Hermano mayor suplente que, tras informar de ello a los dirigentes de nuestra Cofradía, nos anunció a Julio y a mí que en una fecha concreta se nos instaría a impartir un curso a tres Hermanos que deberían ser los encargados del manejo del programa. Estos serían el Hermano Secretario, vice-secretario y (imagino que se llamará) vice-vice-Secretario.
Para ellos y con toda la ilusión del mundo, preparé cinco manuales encuadernados, uno para cada uno de los secretarios, y dos para que los guardase la Cofradía para el uso que le pareciera más oportuno, sin olvidar por supuesto el hecho de que dejaríamos el archivo electrónico en el ordenador de la Hermandad.
Tras 2 cancelaciones de la fecha del curso por parte de la Hermandad, al fin la tercera fue la vencida. Debo lamentar, estimado Hermano Pedro, que incluso así, el entonces Secretario titular no pudo ser de los nuestros, impartiendo el curso entonces a los dos “vices” y a quién quiso asistir, a saber y entre ellos, el Hermano Francis Muñoz. También debo lamentar que el “vice” tuvo que dejarnos al, aproximadamente, 80% del curso quedando únicamente el “vice-vice”, lo que desde aquí le agradezco profundamente.
Llegamos entonces a la primera semana del cobro con la pega por parte de Julio (como siempre exigente en beneficio de la Hermandad) de que era una aberración dejar a los Hermanos de nuestra Cofradía sin nuestro apoyo el primer año, por lo que decido, con su aprobación, prestar un portátil mío y el material necesario para poder conectar este al ordenador de la Hermandad a través de una red electrónica. De esta forma,uno de los Hermanos encargado del programa iría completando los datos de los Hermanos que vinieran a pagar la cuota desde el portátil, mientras que otro Hermano encargado de cobrar, lo haría desde el ordenador de la Hermandad. Siempre bajo la supervisión de Julio que estaría presente.
El primer día de cobro pedí la tarde libre a mi empresa y menos mal, porque alguien había hecho una restauración del sistema en el ordenador de la Hermandad y tuve que reinstalar el programa corriendo.
Julio estuvo toda la primera semana, desde principio hasta el fin, todos los días. Yo iba todas las tardes cuando salía de trabajar por si fallaba algo, hecho que gracias a Dios no tuvimos que lamentar. Mi sorpresa fue inmensa al constatar que nuestros Hermanos secretarios, titular y “vice”, estuvieron desaparecidos en combate, desempeñando la tarea destinada a ellos nuestro Hermano Francis Muñoz y Enrique Lencina que, incluso ahora, sigo preguntándome que leches hacía allí. A esta pregunta me contestó un día que “alguien tiene que hacerlo”.
Vaya por delante mi admiración hacia el Hermano Enrique por este trabajo tan altruista, con la certitud de no tener que recibir nada a cambio. Esto es más cierto si añadimos que el pobre hombre tenía que ir todos los días a por mi hermano y devolverlo a casa. En el portátil estaba Julio verificando y completando los datos de los Hermanos que venían a pagar la cuota. Al comentar estos hechos con él, me dijo que no hubo en ningún momento petición por parte del 1º y 2º secretario de sentarse delante de cualquier ordenador, no siendo así el comportamiento del 3º que sí estaba al lado del Hermano Francis Muñoz y Enrique Lencina.
La cosa se puso preocupante para mí cuando en la segunda semana de cobro observé la misma situación, solamente alterada por el hecho de que uno de los días vi al “vice” al lado de mi hermano rellenando unas tarjetitas rojas a mano que aunque no sé para qué sirven, debo decir que son muy monas. Huelga decirte que ni el titular ni el “vice” se acercaron a los ordenadores.
Hermano Pedro, uno ya es perro viejo en su oficio, y sabe lo que esto significa. De ahí que tuve una conversación muy seria con el Hermano Mayor Suplente Francis Muñoz transmitiéndole mi inquietud respecto a lo que yo percibía como desinterés por parte de las personas asignadas a los trabajos informáticos y mi firme decisión de cumplir con nuestro pacto, a saber que habiendo realizado la tarea que se me había encomendado, no iba a perpetuar todo esto cada año y que cuando desmontara la red y mi portátil, dejaría a la Hermandad a su buen criterio y guiadaporla mano del Santísimo.
Mi hermano me apoyó y mi primo otorgó.
Llegamos al final de la historia cuando un día, creo que por enero o febrero de este año, mi hermano me hace saber que desde la Hermandad estaban buscándolo porque no podían entrar en el programa.
Hermano Pedro, entiendo que estés preocupado por lo que le haya podido pasar al programa pero debo decirte que yo, la última vez que lo vi, estaba en marcha, vivito y coleando. En contra de lo que se va diciendo por ahí, no he saboteado ni encriptado absolutamente nada. Mi hermano y yo apagamos por última vez el ordenador de la Cofradía el 4 de mayo de 2013, después de que Julio hiciera una copia de seguridad de la base de datos en un “pen” suyo, que donó de forma absolutamente desinteresada a la Hermandad, dejándolo en una cajita de cartón que hay, o había, en el primer cajón de la mesa en el despacho de la Cofradía.
Esto es, querido Hermano, lo que te puedo decir del programa de la Hermandad. Debo decirte, eso sí, que lo que le pueda estar pasando ahora, francamente, ya no lo considero de mi incumbencia.
Siempre tuyo y a la espera de tus posibles peticiones por más explicaciones, se despide con aprecio,

                                                                        José Albelda LLorca.