Esta mañana, la alcaldesa de Alzira, Elena Bastidas, junto a Juan Martínez,
en representación de la empresa Martínez Cano Canarias S.A, ha inaugurado la restaurada
fachada del antiguo convento de Santa Lucía en la calle Mayor Santa María.
Una restauración que es fruto de un convenio, que se firmó hace cerca de un
año, por parte del Ayuntamiento de Alzira y la empresa propietaria del
inmueble.
La finalidad de esta intervención ha sido la de recuperar y conservar las fachadas del inmueble del antiguo convento de Santa Lucía, que consta de tres cuerpos diferenciados, como son, la fachada del convento, la fachada del templo y la fachada de un almacén, recayentes a
Este frente de edificios está incluido, por su valor histórico artístico, como Bien de Relevancia Local (BRL) en el catalogo de Bienes y Espacios Protegidos, así como también, se halla dentro del conjunto histórico de la Vila, declarado Bien de Interés Cultural. Por sí misma, la fachada de la iglesia es Bien de Interés Cultural, por figurar en su portada el escudo heráldico de la ciudad. Por todo lo dicho, el citado inmueble es un destacado elemento del patrimonio local alzireño que goza del interés común de protección y adecuada recuperación.
La màxima autoridad
local ha destacado “la importancia de esta restauración que sirve para poner en
valor una parte importante de nuestro patrimonio local y de nuestra historia.
Más al ser fruto de un convenio entre una empresa pública y una privada, un
convenio de colaboración con un resultado inmejorable”.
Cabe destacar que durante el proceso de restauración, concretamente en las
excavaciones arqueológicas llevadas a cabo por el MUMA, se descubrió un
fragmento de un muro de la época medieval, que podría atribuirse al que se cita
en la Crónica de Jaime I al describir el
pacto que realiza para la rendición de Alzira. Por
este motivo se ha instalado un monolito conmemorativo.
Restauración
La restauración de
esta fachada se ha abordado sin ninguna predisposición, intentando dialogar con
el edificio, para comprenderlo, y así entender sus necesidades. Se ha realizado
un trabajo lo más objetivo posible, mediante la colaboración interdisciplinar.
El edificio demandaba suturar las
perforaciones impropias de su fachada que, a modo de heridas, había sufrido en
acto de servicio durante sus casi 500 años de existencia.
Mediante técnicas de
estratigrafía muraria, se ha realizado la lectura material de los paramentos,
para analizar sus elementos compositivos, la materialidad, los dinteles de
madera y los arcos adintelados de ladrillo. Solo a partir de este momento de
comprensión y entendimiento, comenzaron los trabajos propios de restauración,
siendo al principio el bisturí, la herramienta más utilizada para eliminar las
múltiples capas de pinturas con las que, históricamente, se revistieron los
trampantojos y la cenefa de acabado marmóreo que, a modo de guirnalda, envuelve
la fachada barroca del convento y la portada neoclásica de la capilla.
La intervención principal en los
muros, ha consistido en cegar la apertura indiscriminada de huecos, no solo
para recuperar su imagen primigenia, sino también para recuperar su función sustentante.
En
el revestimiento, se han utilizado morteros de cal natural pura NHL-3 armados
con mallatex, para hacer los muros transpirables a los gases migrantes y así
evitar fisuras.
Finalmente, estos
morteros de cal se han recubierto con pintura natural eco-compatible de tierras
coloreadas naturales a base de cal en pasta pura seleccionada CL 90-S. El color
elegido ha sido el resultado del estudio estratigráfico de los colores, con los
que inicialmente fue pintado el edificio.
Los trampantojos
han sido completados y las molduras de ladrillo aplantillado de las cornisas,
han sido pintadas en color almagra procedente de tierras naturales y aplicado
en forma de veladuras.
Convento de Santa
Lucía
El convento fue
construido por real orden del año 1536, para la comunidad de monjas agustinas,
y fue uno de los mejores dotados de la ciudad, al contar con la protección de
Margarita de Austria. La fundación del hospital, se atribuye al notable Pere Esplugues, señor de la Pobla
Llarga , que
quizá sin saberlo, retornó este inmueble, al uso inicial de atención a los
enfermos. A partir de 1642, los jurados de la Vila acuerdan la ampliación del edificio,
dependencias e iglesia.
Con la
desamortización de Mendizábal de 1836, se extinguió la orden conventual de las
Agustinas, pero continúo el uso de hospital.
En el año 1886 y
por falta de espacio, el uso hospital se trasladó al exconvento de Caputxins, manteniendo el nombre de
Hospital de Santa Lucia, en recuerdo de este convento que, al quedar sin uso,
fue abandonado, y vendido por partes, siendo ésta la causa de la perdida de la
mayor parte del conjunto conventual.
Finalmente fue
adquirido por Pedro Martínez Cano, para establecer una empresa familiar de
reciclaje.
El edificio ha sufrido durante
sus 477 años de historia, amputaciones, alteraciones y modificaciones de todo
tipo, con la finalidad de adecuarlo al uso que en cada época se le ha exigido.
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