Todos hemos oído alguna vez la expresión
“no confundir churras con merinas”. La mayoría, seguramente, aún recuerda que las churras y las merinas son dos tipos de
ovejas.
¿Por qué no se deben mezclar ambas? La explicación más inmediata es que individualmente son fáciles de distinguir, pero una vez perdidas en la multitud del rebaño es complicado y laborioso separar unas de otras.
Churras
Las churras son ovejas autóctonas de
Castilla. Sus características físicas más reseñables son su lana larga y basta, y su cabeza desprovista de pelaje en la que destacan las habituales manchas negras en los ojos, el hocico y las orejas.Se trata de animales frugales y resistentes, por tanto óptimos para las extremas condiciones climáticas y la escasez de pasto de
la Meseta del Duero. Son muy apreciadas por su
carne y su
leche. Esta última es utilizada para elaborar excelentes variedades de queso.En cuanto a la carne, precisamente el
lechazo churro asado es uno de los mayores manjares de la cocina española. (El término
lechazo hace referencia a que son crías que aún se alimentan de leche materna). En concreto, la villa de Aranda de Duero ha alcanzado fama nacional por su lechazo, y son muchos los ‘asadores arandinos’ repartidos por España, aunque es típico de toda la región de
Castilla y León.
La raza churra está protegida y se están llevando a cabo programas de
mejora genética. Además, la carne de lechazo churro debe estar certificado por
la Indicación Geográfica Protegida del Lechazo de Castilla y León.
Una descendiente muy especial de la
oveja churra es la raza
navajo-churro, que los
indios navajos empezaron a criar después del contacto con los colonizadores españoles, viendo que se trataba de animales muy resistentes a condiciones de cría difíciles. Forma parte de la cultura de estos indios, que curiosamente valoran su lana tanto como su carne.
Como apunte adicional, la palabra
churro parece venir de
churre, que significaba “pringue gruesa y sucia” según el diccionario etimológico de Joan Coromines. Esto hace referencia al carácter más basto de su lana.
Merinas
Si la churra era la oveja dura y resistente que tenía como destino alimentar con su carne y su leche, la
merina era la niña mimada del establo, la que producía la valiosa
lana. Si el nombre de la churra tenía un origen despectivo, el de la merina procede de los Merinos de Castilla, que eran las figuras de máxima autoridad en sus comarcas. A su vez, esta palabra deriva de la misma raíz latina que la palabra francesa
maire o la inglesa
mayor (‘alcalde’).
La raza nació en la región de
Andalucía, en el sur de España, pero sus raíces se sitúan en el norte de
África o incluso oriente próximo. De hecho, una segunda teoría asocia el origen del nombre en la tribu de los
benimerines, que habrían sido los que introdujeron la raza durante la época de dominación musulmana en España.
Su cuerpo es compacto, con las patas y el cuello cortos. Su pelaje (que, a diferencia de las churras, cubre la parte superior de la cabeza) refuerza este aspecto compacto. La lana de las merinas es densa, rizada y blanquecina. Raramente presenta manchas.
La lana de la
oveja merina estaba considerada la más fina y suave de todas. Esto supuso una gran riqueza para Castilla, que privilegió la cría de ovejas merinas fundando el
Real Concejo de la Mesta. La Mesta llegó a poseer una red de cañadas reales (aún hoy de titularidad pública) por las cuales las ovejas tenían prioridad en sus rutas de trashumancia o migración estacional a lugares más calidos durante el invierno.
Así pues, no nos interesa mezclar las ovejas que nos dan buena carne y leche con las que dan buena lana. Mezclando churras con merinas obtendríamos peor lana que la merina pura, y la carne y los quesos serían menos sabrosos que los obtenidos con ovejas churras.
De esta manera, espero que haya quedado claro por qué
no se debe mezclar churras con merinas.