Pero lo curioso, es que esta expresión explícita y contundente pero apta para todos los públicos, tiene su origen en los Tercios de Flandes.
Cuando los tercios, en sus largas marchas, se detenían y levantaban un campamento provisional, lo primero que se plantaba en el lugar elgido, era una larga porra de madera que portaba el sargento mayor. Esa porra se convertía en el “punto de encuentro” del asentamiento y en sus inmediaciones se colocaba la bandera del Tercio y lo que transportaran de valor (si llevaban). También, cerca de la porra, se debían de colocar los soldados que estuvieran arrestados. Es decir, cuando el Sargento te decía; !Vete a la porra!, ya sabías que estabas listo, que estabas arrestado y que te iba caer encima un marrón del copón.
La expresión se popularizó entre los soldados para “mandar a paseo” al que te incordiara y el tiempo ha querido que, esta hoy “casta” frase, perdure hasta nuestros días.
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