Ahora este mismo Valle, ya sea de forma accidental o voluntaria, lo cierto es, que nos han arrebatado su belleza. Su verdor ha sucumbido bajo las llamas destructivas del fuego, trasformando su suelo en cenizas y sus pinos en figuras carbonizadas.
Siento rabia y una profunda tristeza; porque nadie tiene derecho a arrebatarnos esa riqueza que la naturaleza nos ha obsequiado, esa herencia que recibimos de nuestros mayores y que forma parte de nuestras vidas.
Gracias a esas aguas vivas que brotan de su suelo, y a la entrega absoluta de bomberos, pilotos y de todas las personas que han intervenido, han hecho posible que esta catástrofe no cobrará una mayor violencia, como se temía. Con sus esfuerzos han salvado la Colonia de Santa Marina y también a la Barraca de Aguas de Aguas Vivas-
Espero que las Autoridades se hagan eco de la pesadumbre que sentimos y pongan todos los medios necesarios para que esto no vuelva a suceder.
Deseamos que nuestros hijos y nietos puedan seguir bebiendo de estas Aguas Vivas que han alimentado durante siglos nuestros campos y han dado belleza a este precioso Valle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.