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martes, 29 de marzo de 2016

OPINIÓN: Y nadie se da cuenta

Un indicador del tiempo de espera de los autobuses de Alzira se ha parado y nadie se da cuenta
Hace unos meses el Ayuntamiento de Alzira dotó a algunas de las paradas de autobuses urbanos de los paneles informativos en tiempo real, de esta manera los usuarios podríamos saber el tiempo de espera para la llegada del bus correspondiente a una línea determinada. Hasta aquí todo parabienes, porque además la información se ajustaba a la realidad (milagros de la ciencia).Pero comenzó la semana de fallas y los casales invadieron nuestras calles, trastocando la vida de los alzireños, fuéramos o no falleros, polémica que no voy a entrar a valorar en estas líneas.Durante estos días, con muy buen criterio, alguien decidió apagar los paneles de las paradas anuladas debido al cambio de itinerarios, no sé si pensando en economizar en electricidad, o con la intención de colaborar en la campaña “La Hora del Planeta” convocada por WWF para el 19 de marzo, me da igual, es sensato apagar un aparato, sea cual sea, cuando no se va a utilizar y el mantenerlo encendido supone más gasto que el ponerlo en funcionamiento cuando sea necesario.

Uno de los luminosos que se mantuvo encendido fue el situado en la parada de la Plaza del Reino, una de las más reclamadas en cualquier jornada ordinaria y más aún en días de “fallerío”. El que suscribe se decidía a tomar el urbano que lleva a la estación de trenes a primera hora de la mañana, reconozco que se me habían pegado un poco las sábanas e iba un poco apurado, por lo que una vez situado a unos metros de la marquesina y observar que no había ninguno de los usuarios habituales a esas horas esperando, pensé que debería aguardar unos minutos al siguiente y que llegaría justo para fichar en mi puesto de trabajo. Una vez bajo el panel informativo me entró una sensación de alivio al leer que faltaba 1 minuto para la llegada del alzibus, es más, incluso indicaba que para el siguiente faltaban 16 minutos. Tras el suspiro correspondiente y cinco largos minutos de espera, levanto la cabeza para mirar al panel y veo como sigue ofreciendo la misma información. Trascurridos cerca de 20 minutos llega a mi parada el bus, un poco contrariado ocupo mi plaza y no hago ni un comentario al conductor.
Al día siguiente, la rutina me hace repetir el mismo recorrido, aproximadamente a la misma hora, pero con un poco más de margen de tiempo, tranquilamente me acerco a la parada y alzando la mirada hacia el panel observo con sorpresa que faltaba 1 minuto para la llegada del primer bus y casualidades de la vida, 16 minutos para el siguiente con destino estación. No fue un minuto, pero tampoco los 20 que esperé el día de antes, esta vez si que llegaría con tiempo para enlazar con el tren de las 7:58 y ser puntual en el trabajo.
Pues si señoras y señores al día siguiente lo mismo, durante más de una semana me he sentido como Bill Murray en la película “El día de la marmota”, incluso como le sucedía a Bill, en muchos momentos pensé que era yo el único consciente de ese extraño fenómeno que sucedía día tras día en esa plaza de Alzira.
Pensé en todos esos turistas japoneses y de otros lugares del mundo mundial, que tras la presencia de la señorita vicealcaldesa de Alzira en FITUR iban a acudir a nuestras fiestas de fallas 2016, y me los imaginaba sentados en el incómodo banco de la marquesina, esperando al bus, mirando fijamente como el tiempo se había parado en Alzira.
Esta historia real la traigo hoy a este diario, para ver si de una vez por todas nuestros representantes municipales se dan cuenta de que su sueldo no es un regalo, su nómina la pagamos entre todas y todos para que gestionen eficazmente nuestra ciudad. Deberían ser conscientes que si en la empresa privada hicieran la dejación de funciones o el caso omiso a sus obligaciones, las consecuencias serían contundentes.
Que tengamos los ciudadanos que informar de las anomalías que se producen en nuestro ayuntamiento, es síntoma de una mala gestión por parte de quien tiene que hacer y mandar hacer....
Fuente: E. M. G.



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