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jueves, 20 de octubre de 2011

JOYERO ARTESANO, BERNARDO CANO.



Bernardo  Cano lleva desde los catorce años dedicado a este oficio artesanal.“Reconozco una pieza realizada por mí aunque pasen veinte años sin verla"



A pesar de los años en el oficio se sigue considerando un aprendiz. Cada pieza que diseña o repara es un nuevo reto. Su mayor satisfacción es verla acabada de manera perfecta. Conozcamos un poco mejor a este joyero de Alzira con duende.

¿Cómo y porqué se hizo joyero?
Pues la verdad es que no era muy buen estudiante (risas). Mi padre quería que aprendiese un oficio. Tenía amistad con uno de los pocos joyeros profesionales que había, Miguel Chaveli. Yo tenía catorce años y estuve dos con él simplemente aprendiendo el oficio. Más que estudios, se requiere tener un poco de alma de artista. Me vio aptitudes para ser joyero y empecé a trabajar con él.
"Más que estudios, se requiere tener un poco de alma de artista"
¿Le fue difícil aprender el oficio?
Nunca acabas de aprenderlo todo. Toda la vida eres aprendiz porque cuando empiezas una joya, estás aprendiendo a hacerla.

¿Cómo es el proceso de elaboración de una pieza?

Es un muy laborioso: realizar el dibujo, plasmarlo en una plantilla y demás procesos hasta finalizarla. Yo todo lo hago a mano. Si tuviese que cobrar las horas que le dedico, el precio final sería casi inalcanzable.
¿Hay que tener un don especial para ser joyero?
Hay joyeros muy buenos que no tienen duende, como dirían los cantantes de flamenco. Mi maestro era un gran profesional, pero no tenía alma de artista. Me daba una pieza para que la hiciera según sus indicaciones, pero yo, iba haciendo variaciones. Él se quedaba asombrado al ver el resultado final. Me pasa como a los pintores con la inspiración.
¿Qué es lo más laborioso?
Realizar una copia de un pendiente o aumentar el tamaño de una pulsera, por ejemplo.
El aumento del precio del oro, ¿Le beneficia o le perjudica?
Me perjudica mucho. Con el precio actual, la alta joyería sólo se la puede permitir la élite porque su precio se ha triplicado. El kilo de oro ha llegado a estar a 45.000 euros.
¿Se nota la crisis?
Sí. Vamos subsistiendo gracias al trabajo en el taller. Somos casi la única joyería con servicio de taller propio.


Bernardo Cano, en su taller¿Cuál es su pieza favorita?
Todas. Considero las joyas que hago como hijas mías. Reconozco una pieza fabricada por mí aunque pasen veinte años sin verla. He hecho la insignia que el ayuntamiento entrega a las falleras mayores, por citar alguna.
"Considero las joyas que hago como hijas mías"
¿Se está perdiendo su oficio?
Sí. Hoy en día no creo que haya nadie que esté dos años aprendiendo un oficio sin cobrar.
¿Alguna anécdota?
Una muy usual es que venga un cliente y me diga "quiero esto y de esta manera". Yo, mientras realizo esa pieza, introduzco alguna modificación. Cuando se la entrego me dice "esto no es lo que pedí". Le digo que se la lleve para ver qué opinan sobre la joya y si no le gusta, se la hago como él quería. Al cabo de unos días regresa muy contento porque a todos les ha gustado.
¿Cuáles son sus aficiones?
La tierra. Me encanta labrar y cultivar mis huertos. Mi hobby es trabajar, tanto de joyero como en la agricultura.

 Fuente: Jordi García 

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