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miércoles, 25 de mayo de 2011

LOS BANCOS QUIEREN COBRAR EL IVA

Para entenderlo, hay que explicar de forma simple cómo funciona el IVA. Veamos: si yo soy una empresa, pago el IVA por los bienes o servicios que compro, y después cobro el IVA cuando vendo. Luego, trimestralmente, en mi declaración del impuesto hago una operación matemática en la que resto del IVA total que he cobrado (“devengado”) el que he tenido que pagar (“repercutido”). La diferencia es lo que debo ingresar en Hacienda o que me devuelva si la diferencia es a mi favor.
Pero hete aquí que los servicios financieros españoles están exentos de IVA, de modo que los bancos sí deben pagarlo como parte del precio por las cosas que compran (la luz de las oficinas, una campaña de marketing, ordenadores para los empleados…), al igual que cualquier otra empresa, pero no tienen ningún IVA que “repercutir” a sus clientes, o sea, que no tienen derecho a descontarse nada ante Hacienda. Estamos hablando de alrededor de 1.500 millones de euros al año, según cálculos del propio sector financiero.
En noviembre de 2007, la Comisión Europea estaba preparando la reforma del IVA sobre los servicios financieros. Pero la crisis económica obligó a aparcarla. Ahora que se habla de la “Tasa Robin Hood” o de un nuevo gravamen sobre los beneficios del sector, la banca recupera su vieja reclamación para cobrar el IVA. “Si nos tienen que poner un impuesto, que sea el IVA”, defienden. Y así lo han planteado, de forma “reiterada y oficial”, al Gobierno, alegando que este sobrecoste perjudica su competitividad y encarece los costes.
¿Qué supondría para el consumidor que se aplicara el IVA a los servicios financieros? Depende.
  •  Primero, porque lo que se gravaría es el margen financiero. Por ejemplo: en el caso de un préstamo, el IVA no se aplicaría a la cantidad total prestada, sino sólo al margen de beneficio de la entidad financiera.
  •  Segundo, hoy, cajas y bancos ya enmascaran en el precio de sus comisiones el coste del IVA que no se pueden deducir. La realidad es que los consumidores lo están pagando pero no lo saben. Y, tercero, el pragmatismo de la banca hace que se limite a solicitar al Gobierno cobrar el IVA al menos en las operaciones con empresas de manera que tanto la banca como sus empresas clientes se deducirían el IVA.
¿Quién acabaría siendo el pagano de verdad? La Hacienda Pública, porque la cantidad a ingresar en las arcas públicas sería menor –y esto lo reconocen los propios banqueros–. No es extraño que Hacienda no esté por la labor, y menos en estos momentos de dificultades presupuestarias.

Por Amparo Estrada

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